El uso del corcho como materia prima por el ser humano se remonta a varios siglos antes de Cristo. Hay referencias que datan de 3000 a. C. en las que el corcho se utilizaba como accesorios de pesca por los Egipcios y Persas. También otros pueblos de la Antigüedad, que al darse cuenta de las potencialidades y características únicas del corcho, la utilizaron en los más variados aspectos de su vida cotidiana, desde el calzado hasta la construcción de sus viviendas.

La utilización del corcho como obturación de recipientes era también una práctica común en la antigüedad. Ejemplo de ello, es un ánfora encontrada en Éfeso datada del siglo I a. C. que estaba tapada con un tapón de corcho y que aún contenía vino en su interior. A pesar de estas referencias, el mayor desarrollo en la aplicación del corcho como obturación ocurrió en el siglo XVII cuando el monje benedictino francés Don Pierre Pérignon decidió utilizar tapones de corcho, en lugar de los tapones de madera usados ​​hasta entonces, para sellar las botellas de su famoso champán Dom Pérignon. Desde entonces, y con la evolución de la industria del corcho, el corcho de corcho ha sido la elegida por la industria vinícola para proteger sus más variados vinos.

A pesar de que la industria de los vinos sigue siendo el principal destino de los productos de corcho, existen otras áreas en las que el corcho ha ganado mayor preponderancia, como es el caso de la construcción y más recientemente el vestuario y el diseño.